Una mansión palaciega de fines del siglo XVIII, expresión del prebarroco cubano, con sus arcadas mixtilíneas de suaves contornos, fue sede de la Filarmónica, residencia de las hermanas Cárdenas y, andando el tiempo, en noviembre de 1989, acogió al Centro de Desarrollo de las Artes Visuales- situado en San Ignacio No. 32 esquina a Teniente Rey, en la Plaza Vieja- tras una restauración capital, realizada por el Centro de Conservación Restauración y Museología del Ministerio de Cultura (CENCREM). El paso del tiempo, confabulado con los agentes erosivos, provocó una nueva remodelación, que no sólo restañó daños, sino convirtió la edificación en un conjunto de galerías que propició la creación de nuevos espacios expositivos y locales destinados al centro de documentación e información y un salón de conferencias, dotados de equipos técnicos de alta complejidad. La utilización de lo espacial como recurso, motivación y detonador de imágenes en el arte contemporáneo, constituyó la idea central de la muestra colectiva que reabrió las puertas de este centro, caracterizado desde su creación por alentar lo experimental, lo novedoso y hasta inimaginado en creaciones donde técnicas y estilos se unen, se superponen e imbrican en simbiosis estéticas y estilísticas con carácter multidisciplinario tomando la legendaria mansión en soporte más que sede en la audacia de Espacios multiplicados. EMERGE EL ARTE DE RECINTOS SECULARES Elemento decisivo en esta experiencia, singular por su proyección de integralidad, y coherencia es la puesta en galería, tomando como elementos constitutivos la selección de las obras, de acuerdo con sus temáticas, dimensiones y lenguaje, propiciando un diálogo de lo sígnico y semántico, entre lo ambiental y el objeto artístico, como la expresión renovadora de un lenguaje visual entre autor y espectador. Una obra podría tomarse como ejemplo paradigmático de la estética en función del estilo arquitectónico y las posibilidades en esa relación interactiva de su imaginario con una extrapolación de elementos característicos de la fachada y el patio a través de las arcadas y las columnas, incorporadas a una composición muy bien lograda, con protagonismo de planos y perspectiva. Humberto Díaz asesorado por el arquitecto Alexander Santiago, toma como basamen5to conceptual de su discurso el reflejo de una imagen, al derecho y al revés, tal como es y reproducida ante un espejo, en la instalación Reversible, en poliespuma, cemento y espuma. La silueta de un joven aparece en primer plano, hasta ser devorada por su entorno, en gama de ocres y arenas. El artista expone la audacia y su transgresión a lo convencional con lúdico razonamiento: “Mi obra parte de la búsqueda de imágenes poéticas y de nociones preconcebidas que son realidad-virtualidad, materialidad-inmaterialidad, posibilidad e imposibilidad. Aprovecho los elementos arquitectónicos, ambientales y/o espaciales, provenientes del emplazamiento donde han de exhibirse y los incorporo a su estructura, redimensionando los espacios y las formas a través de cambios mínimos que generan múltiples lecturas…”. Kcho convierte la azotea en un embarcadero, sustituyendo el océano por el infinito en la alusión devenida constante enriquecida mediante su buen hacer, centradas en el mar y el viaje, cuyo realismo hace percibir la presencia del hombre que conduce la nave por mares reales o poetizados de un creador cuya originalidad no admite sucesores. Impresionante por su factura y la fuerza de la abstracción de connotaciones expresionistas, los Carpinteros exhiben dominio técnico, de la talla en madera en una creación recreada de un modo artesanal, pero con la profesionalidad de escultores de primera línea en Estantería III. Esos espacios multiplicados que titulan esta muestra poblada de audacias, retos e imaginación desbordante muestran un fabulario ilimitado cuando la arquitectura inspira a los creadores y el arte emerge de recintos seculares en un claro de la selva de columnas.