No es la primera vez que la Bienal de La Habana exhibe exposiciones colectivas nacionales e internacionales referidas al tema central. en las primeras ediciones, estas muestras engarzaban con los objetivos de esos encuentros y tenían un marcado carácter tercermundista. Respondían al imperativo de establecer un espacio internacional para el arte de los países en vías de desarrollo, expandir su conocimiento y afianzar un enfoque que lo justipreciara. Las exposiciones colectivas fueron particularmente numerosas en la Tercera y Cuarta Bienales, número parejo a su importancia en tanto reivindicaban legados, tópicos y producciones que el sistema de valores imperante y los prejuicios de Occidente entonces relegaban. Expresiones populares como Los juguetes de alambre africano y La caligrafía en la pintura árabe contemporánea, la labor fotográfica procedente de naciones periféricas en Días de guardar e Imágenes de este mundo, las piezas integradas en Mensaje de Sudáfrica, e incluso, la presencia de una orientación del arte local en La tradición del humor, diversificaron- junto a las obras del llamado ensayo general- la noción de "lo contemporáneo", otrora circunstancia a la producción artística de las capitales del orbe desarrollado. Hasta la Quinta Bienal, las muestras colectivas debieron su existencia a la labor colegiada de la dirección del evento, la pesquisa realizada por algunos especialistas durante sus viajes de exploración la contribución de instituciones, de expertos locales y extranjeros, como de igual modo se conformaba, bienal tras bienal, la participación del inmenso conjunto de obras que integraban su gran muestra. A partir de aquella edición, un equipo de curadores decidió la selección de obras y artistas en torno a un concepto curatorial, y primaría una estructura sustentada en núcleos temáticos. Luego, durante la Séptima, seria retomada la estrategia anterior que ofrece cobertura a las exposiciones colectivas, y así fueron presentadas en las ediciones subsiguientes La gente en casa, 4 D, Maneras inventarse una sonrisa, y Agua- Wasser—, entre otras. Vale destacar que han sido precisamente las exposiciones colectivas las que han propiciado, en mayor medida, la inserción temporal y oportuna de otros colegas en la labor curatorial del evento, Quienes no integran de manera permanente el equipo de especialistas del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, responsable de definir la concepción y el diseño de cada Bienal. Como gestores de propuestas avenibles a las reflexiones e intereses priorizados por la curaduría general aunque surgidas al calor de un compromiso intelectual previo, estos colegas han aceptado el reto de potenciar sus proposiciones en un ámbito de relaciones más vasto, que en ocasión de la Décima Bienal convida a repensar la pertinencia y eficacia de alternativas de integración y resistencia a partir de los tópicos y conflictos focalizados en sus respectivas propuestas. Hoy, la Bienal vuelve a otorgar considerable espacio a este tipo de exposiciones, fruto de una actividad que en los últimos años ha cualificado la recepción y gnoseología del arte contemporáneo y por ende, guiado sus discursos. Nos referimos al rol del curador y a su desempeño en el revelamiento de tópicos de indiscutible ir través de una mirada relacionadora de obras y narrativas. En sintonía con la marcha de los tiempos, con el tema convoca a la apertura del evento hacia el arte de otros territorios, las curadurías de esta Décima Bienal se abren al panorama planetario y traducen carácter de la relación con el nuevo orden global desde perspectivas humanas y estéticas. Los autores de las nueve curadurías proceden fundamentalmente de América Latina, Europa y Cuba. Es conveniente señalar que la selección de estas muestras no estuvo regida norma alguna, sino por los aportes significativos y representan con relación al el tema de esta Décima Bienal, de ahí la de tipologías de lo artístico, focos de atención, medios y conceptos manejados Así, podremos apreciar desde las que trabajan con una nómina internacional o, por el contrario, con el arte y los artistas de su propio contexto, hasta la propuesta de un curador que, viviendo en otro país, trabaja con el arte de una tercera nación, como es el o de Teresa de Arruda, brasileña residente en Berlín. La curaduría de Arruda nos brinda la oportunidad de conocer la obra de un grupo notable de artistas de China. La mayoría de ellos son pintores, con la sola excepción de Wang Qingsong célebre por sus irónicas fotografías de corte autocrítico sobre las implicaciones del gran salto estructural de esa nación a nivel de mentalidad, y en cuanto al reto que ha significado para sus ciudadanos: fotógrafo devenido punto de referencia del nuevo arte chino. Confrontaciones culturales profundas, conflictos existenciales, identidades re-editadas, atmósferas citadinas, una fantasía desbordada, constituyen lecturas literales y subyacentes de China: arte contemporánea revista. Muestra que traduce aspectos de un país que ha experimentado cambios acelerados y se ha impuesto dentro de una realidad global hasta hace no poco liderada por el avance moderno de Occidente, pero al que hoy se le reconoce como un emergente poder económico mundial. Las curadurías trabajadas por los latinoamericanos reconfirman ese rasgo que ha singularizado la estética de la región, definida por su “estrecha relación con el contexto". Al mismo tiempo, sin embargo, hacen ostensible que la focalización de los conflictos en sus territorios desborda hoy día su mera geografía y comporta alusiones a sus interconexiones mundiales. Tales son los casos de El Maíz es nuestra vida y Bisagra. La primera, trae a colación el drama desencadenado ante la crisis de un alimento que ha dado por siglos sustento, trabajo y cultura a la nación mexicana, una de las consecuencias negativas de la arbitrariedad de las trasnacionales. Es conocido cómo bajo la dictadura del mercado global, de la competencia desigual y la liberación total de los mercados nacionales, sobrevive apenas el más poderoso. Así, proliferación del maíz transgénico y los bajos precios de la harina importada, atentan hoy no solo contra la subsistencia del maíz criollo y su diversidad biológica en el país, sino también contra la riqueza cultural creada desde tiempos prehispánicos en la relación del nombre mesoamericano con la planta y sus derivados. De acuerdo con la tradición, en diversas comunidades indígenas la mujer ha sido la encargada del cuidado y la preservación de las semillas, lo misma que en la contemporaneidad suele ser quien se ocupa de comprar el alimento de la familia. De ahí que El maíz es nuestra vida convocara solo a mujeres para producir un conjunto de obras y de objetos encaminados a despertar la conciencia social, en una acción cercana al arte de colaboración. Bisagra, curada por Patricia Mendoza, se configura como una ventana abierta desde el arte hacia un movimiento de resistencia social y política que tuvo su punto álgido en el año 2006, en el Estado de Oaxaca, México. En el proyecto parecen desdibujarse las fronteras entre el arte y el activismo social, entre imaginarios tradicionales de fuerte raigambre local e imaginarios inéditos, entre los soportes convencionales y las nuevas tecnologías, con apoyo en los recursos testimoniales proporcionados por el universo audiovisual y escrito de la globalización informática. Bisagra introduce la sospecha sobre la posibilidad de una real integración al mundo global ya tratados que traspasan las fronteras nacionales, por parte de países que arriban a las circunstancias actuales sin resolver aún conflictos de orden interno; contradicciones que hablan de siglos de hegemonía y exclusión. Sin Horizonte se presenta como una video revista compilada por el joven artista colombiano Simón Hernández, integrante del Colectivo El Vicio. Los trabajos agrupados acuden a fuentes y modos de estructuración tan heterogéneos como el documental, el cine de ficción, la televisión, el clip y la animación, para explorar diversas facetas del discurso mediático en relación con el contexto colombiano, o con problemáticas que tienen también su expresión en otras zonas periféricas. La propia etimología de las dos palabras que conforman el título remiten a la carencia de una perspectiva ideal, y al mismo tiempo, a la inmersión en la inmediatez de una realidad atravesada, según se refleja con mayor o menor sutileza en la mayor parte de los videos, por la militarización, la violencia, la economía informal, subterránea o sumergida; la piratería, la verticalización, el desempleo visible y oculto, los desplazamientos forzados y voluntarios, la mendicidad, la cultura hip hop, y otras situaciones que caracterizan la contemporaneidad en los países del Sur. La curadora cubana Corina Matamoros centra su propuesta en el repertorio local. Desde las paradigmáticas obras de Wifredo Lam, Raúl Martínez y José Bedia, Matamoros argumenta cómo el legado de culturas sometidas por siglos de coloniaje —en los casos de Lam y Bedia y la socialización criolla de «lo popular", contrapuesta a la acepción sajona identificada con la masificación del consumo —en la obra de Martínez— liberaron a contracorriente la normatividad de las tendencias artísticas foráneas, y dieron lugar a la pródiga hibridez estética del arte cubano. Un análisis del modo a través del cual las fuerzas constitutivas de una cultura local se entretejieron y subvirtieron la ortodoxia de las vanguardias internacionales asimiladas, revirtiendo de modo fecundo las relaciones de poder en los procesos artísticos. Otro curador cubano, Andrés D. Abreu, dirige su atención hacia los cuestionamientos que está experimentando la noción de género desde una curaduría estructurada a partir de una nómina transdisciplinaria—, a raíz de la intensificación de los contactos, las migraciones y el flujo informativo, pero también a raíz de otras valoraciones aportadas por la ciencia y la sociología en correspondencia con la dialéctica del individuo en la sociedad. Al igual que Matamoros. somete a revisión la centralidad desde la cual se instituyeron los arquetipos polares (en este caso los del sexo; en aquel otro, con relación a las culturas dominantes y las sometidas), al tiempo que otorga peso a los condicionamientos culturales más allá de las determinantes conductuales del instinto. El tercer cubano, el artista Humberto Díaz, quien prefiere hacerse llamar coordinador de la muestra, nos da el beneficio de su joven sensibilidad, abierta a la comprensión de las motivaciones futuristas y abarcadoras de artistas de disímiles contextos desarrollados, dispuestos a compartir sus inquietudes con los de esta Isla. Bajo el premonitorio título Relatos del Nuevo Mundo. Diaz ha reunido obras de creadores de Cuba y de otras cuatro naciones: Reino Unido, Canadá, Japón y Alemania, alusivas a la comunicación satelital, al flujo e intercambio mundial de referentes culturales, a las trampas y el aislamiento de una existencia regida por las mediatizaciones, a las conexiones intercontinentales desde un imaginario utópico, publicitario, geográfico, o desde la mera acción de dislocar piedras de sitios distantes. La muestra brinda espacio también a las nuevas experiencias perceptivo-sensoriales aportadas por la alta tecnología y el cine, una de las esferas de desenvolvimiento de la condición global. Otra de las propuestas colectivas, Correspondencia, tiene en común con la anterior el origen internacional de sus participantes y la autoría curatorial de quienes son también artistas: Mariella Sola, Romaní Osi y Armando Miguélez pero posee como peculiaridad el alcance internacional de su puesta en escena. Aunque Correspondencia fue ideada en realidad como una obra para el espacio público y no como un proyecto curatorial colectivo, el equipo de curadores decidió insertarla dentro de este acápite porque implica la participación de artistas de las seis ciudades donde será presentada: Buenos Aires, Santiago de Chile, Niteroi, México, París y La Habana, concretando así el sentido de conexión internacional que sugiere su título, con el objeto de enfrentar un dispositivo global: la publicidad. Es necesario resaltar el apoyo de las instituciones culturales que han cedido sus fachadas para hacer posible, por primera vez en la historia de la Bienal de La Habana, que en tiempo real y al unísono el evento esté presente en otras partes del mundo. Como evidencia de la huella dejada tras estos veinticinco años de existencia del evento, y de que un cambio de actitud ha ido abriendo camino al reconocimiento y entendimiento culturales de las llamadas naciones periféricas, dos europeos, Manuel García, de España, y Régine Cuzin, de Francia, han realizado curadurías a partir de la producción de artistas nacidos en esos territorios. En Tinieblas: Poéticas Videoartisticas de la Violencia, García agrupa la obra reciente de videastas de Latinoamérica, y en menor número de España, quienes desde sus realidades, vivencias y culturas respectivas, están trabajando la actualidad sobrecogedora de una problemática común: la violencia. Un ejercicio curatorial que entiende el abordaje de este tema como una actitud de resistencia, aprovechando las posibilidades que el video ofrece para hacernos conscientes de las diversas causas que están motivando este grave síndrome en el tercer mileno. Tras varias presentaciones desde su primera aparición en el 2002 conforme a su carácter itinerante, Latitudes: Terres du Monde se exhibirá en La Habana dentro del Programa de las Exposiciones Colectivas. Articulada a partir de la idea de aglutinar la creación contemporánea de latitudes periféricas que no tienen mucha presencia en el mundo de hoy, ni a nivel mediático ni en los eventos internacionales dedicados a la promoción del arte actual, la propuesta de la curadora francesa Régine Cuzin tiene, además del presupuesto anterior, el interés adicional de tender puentes.y profundizar en la relación Sur-Sur, al convertir estas mismas latitudes en sedes o destinos expositivos de su recorrido. Si bien dominan los territorios franceses de ultramar, varios participantes de otras ex metrópolis dotan al proyecto de un sentido pluricultural avenible a la orientación global de esta cita. Un proyecto que reproduce el espíritu tercermundista de las primeras Bienales de La Habana, centradas en la atención de los territorios olvidados, preteridos.