Con algún que otro peligro de zozobra en la arrancada por razones de espacio- y, tal vez, aún al final-, quedaron abiertas las puertas del Salón Provincial de Artes Plásticas 2002, en Santa Clara. Acompañado, no faltaba más, de los recurrentes comentarios suscitados en torno a un arte contemporáneo que apuesta por la especialización de los espacios artísticos a favor de la experimentación, y en oposición al mercadeo que perece predominar. El jurado, presidido por Raúl Cordero e integrado por Luis Gómez, Fernando Rodríguez, Jorge Luis Marrero y Juan Ramón Valdés (Yiki), decidió otorgar tres premios y un Gran Premio. Este último correspondió a Yunior Acosta Rodríguez por el videoarte (filme 35 mm, tinta, video) Homenaje a Jackson Pollock, una de las más célebres figuras del Informalismo norteamericano. Se trata de un trabajo manual concienzudo y a la par lúdico sobre el celuloide y el dibujo animado, que deviene paródica aproximación a Pollock, con una particular visión del dripping o chorreado característico de su obra madura, pero logrando el necesario distanciamiento que elude la apropiación para situar sus referentes en la sexualidad y el equívoco. Mientras, resalta en Secreto (cemento, hielo, dimensiones variables), de Niels Reyes Cadalso, la yuxtaposición de los materiales que prefiguran textos desde una condición mínima, lo cual acentúa el carácter bipolar de la propuesta: lo duradero y lo efímero, lo trascendente y lo que no lo es, a lo que se añade la sugerencia del título y la imposibilidad de leer en la acumulación de letras un texto cualquiera. La participación en la serie performática Recursos humanos con el colectivo ENEMA, del ISA, de Edgar Hechavarría Ricardo y Janler Méndez Castillo, fue también valorada por su motivación esencial: el trabajo como oficio del arte más allá de las manualidades y manifestaciones convencionales del genio creador. Un presupuesto salvable de las vanguardias artísticas, la pretensión de hilvanar arte y vida, permite obrar en coordenadas espacio-temporales precisas, apelando a la especialización en la división del trabajo entre creadores de las artes visuales, por encima del mercadeo y el carácter metafísico de la obra de arte. Con la intervención pública Injerto, Humberto Díaz Pérez revela la capacidad de sorprender implícita en su acción plástica, que explora las posibilidades semánticas y el aprovechamiento del contexto- su tiempo real- y de él mismo como materia susceptible de ser intervenida e interventora a la vez. El creador injertado a su nacionalidad en su definición de artista y cubano. Estas últimas obras mencionadas superan su condición efímera en soporte de video y fotográfico, como parte de la intencionalidad de sus creadores. Vale mencionar, además, otras muestras que merecen atención: La conciencia dormida, de Lilián Fernández, que exalta el desacostumbrado material del cabello humano y denota la labor desplegada en lo artesanal; y de modo parecido, aunque utiliza otros materiales, La hilandera, de Judith Valdés, recrea un tema de la historia del arte con notable oficio. Sumémosle el ajustado título Todo bien, que proponen Amílkar Chacón y Eridanio Sacramento en soporte fotográfico; y la manipulación de las fotos de Lester Carrazana. El premio colateral del Fondo de Bienes Culturales le fue concedido al artista Edelso Machado. Paralelamente al Salón, la ciudad fue sede de la Semana de Arte Joven, con la participación de ENEMA y del grupo DIP (Departamento de Intervenciones Públicas), que, como su nombre lo indica, se sumó este año a sus ya conocidos colegas del ISA en varias acciones que jugaron con los espacios citadinos con seriedad y profesionalidad reconocibles. Suculenta, aunque controvertida- ¿de qué otro modo sería?-, la oferta de las artes plásticas permitió durante las jornadas, si no aprender, al menos aprehender en nuestra memoria la lección, o mejor, la lectura provechosa de una, al parecer, inasible contemporaneidad.